Los niños son sufridores y protagonistas de las condiciones de precariedad de las viviendas familiares.
Otra dramática situación se nos exponía en la queja 13/4248, en la que la interesada, una mujer con 55 años, separada por violencia de género y enferma, nos describía la misma.
Así nos decía que después de haber estado trabajando en una casa, la despidieron sin que le quedara derecho alguno a percibir prestaciones, dado que nunca estuvo asegurada, habiendo cobrado el comúnmente llamado salario social que terminó de percibir en el mes de mayo. En esos momentos, no tenía ingresos económicos de ningún tipo y en todos los organismos a los que había ido a solicitar ayuda (Servicio de Empleo y Servicios Sociales del Ayuntamiento de Úbeda), no había encontrado respuesta positiva alguna.
La cuestión era que, debido a todo ello, no podía pagar el alquiler de la vivienda que ocupaban, razón por la cual en fechas muy próximas que ella concretaba en mediados del mes de julio, iba a verse en la calle junto con su familia sin tener a dónde ir, ni dónde alojarse. Para alimentarse, decía que iban a pedir al mercado todos los sábados y allí le daban comida. Añadía que con ella vivían una hija que a su vez tenía dos personas menores a su cargo, sus nietos, de 5 y 7 años de edad, y también un hijo con algo de discapacidad.
Finalizaba su carta, con una desesperada petición de ayuda, que concretaba en poder acceder a algún trabajo o a alguna vivienda de las que había cerradas.
Dada la detallada información obrante en el expediente y teniendo en cuenta que la interesada, según nos comunicaba el Ayuntamiento se había marchado a vivir a Barcelona y que no había contestado a la petición de alegaciones que nosotros también le enviamos en su día, se procedió al cierre de la queja por no irregularidad, dada la atención y ayudas que había recibido la compareciente.
Como puede verse, los hechos situaciones descritas en estas quejas, nos dan pie para podernos imaginar las circunstancias tan difíciles en las que a diario ha de desenvolverse la vida de estos niños y niñas andaluces, protagonistas y sufridores sin quererlo, de las extremas condiciones de precariedad tanto en materia de vivienda, como económica y a veces también social en las que se encuentran sus familias.
Ya en el informe del año pasado, alertábamos de las consecuencias y efectos que los procesos de desahucio pueden ocasionar en la vida de las personas menores; pues bien, en los niños y niñas, protagonistas indirectos de las quejas que hemos relatado, esas consecuencias y efectos pueden sufrirse por partida doble y producirse un agravamiento de las mismas, ya que, por un lado, han sufrido un desahucio previo de las viviendas que venían ocupando al no poder sus progenitores seguir haciendo frente a su pago y, por otro, en algunos de los casos, vuelve a repetirse la historia al tener que salir de las nuevas viviendas en las que se habían alojado, no olvidemos que tras las ocupaciones ilegítimas protagonizadas por sus progenitores, con la carga y sufrimiento emocional que todo ello conlleva: la conciencia de la inestabilidad y transitoriedad del alojamiento, el miedo a que en cualquier momento vayan a echarlos, volver a repetirse los requerimientos judiciales, o administrativos de
desalojo, el tener que salir con todas sus pertenencias a cuestas para acabar alojándose en casa de algún familiar y acabar viviendo, las más de las veces, en situación de hacinamiento.
Tema DMA:
Año del informe anual:
Sábado, 9 Marzo, 2013
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